
Velocidad, despliegue y gol. Joaquín Stular está cerca de cumplir los 26 años y es una de las figuras de Municipales. Pero sus condiciones no se limitan a lo que pasa dentro del campo. Esas que todos vemos y disfrutamos cuando lo vemos corriendo y jugando así, por nuestros colores.
Hay más, hay mucho más. Porque si en algo se destaca Joaquín es en el arte de manejar los tiempos. Al fútbol le suma el estudio y avanza a paso firme en su carrera de Ingeniería Civil, que ya lo tiene en el cuarto año.
Como si eso no resultara suficiente, también trabaja. Sí, se hace tiempo también y cumple funciones para una empresa consultora de Buenos Aires.
Su caso no es el caso típico de quien llega a la Primera después de una larga escalerita por todas las divisiones inferiores y la formación clásica de un jugador. Él hizo fútbol desde mucho chico, a los 5 años, pero a los 13 dejó y decidió mudarse de deporte. Pasó al básquet y defendió la camiseta de Pueblo Nuevo con buenas actuaciones que lo llevaron a jugar el Provincial.
El año pasado retomó su gran pasión y comenzó a entrenarse con la primera de Municipales ¿Qué lo llevó a volver a ponerse los botines? “Lo que más me incentivó fue que la familia y mis amigos me decían ‘con las condiciones que tenés, si vos entrenaras podrías jugar tranquilamente en primera. También el técnico de la Selección Universitaria, donde yo era el único del plantel que no me entrenaba, me decía más o menos lo mismo”.
Hasta que un día decidió volver. Y su prioridad fue conseguir algún club en la ciudad que me abriera las puertas. Ese club fue Municipales, “donde me sentí y me siento muy cómodo desde el primer día”.
Cuando se le consulta qué impacto pudieron haber tenido todos esos largos años en los que el fútbol quedó a un costado, Joaquín contesta que “creo que sí pago esos años que estuve afuera. Calculo que podría tener mejores condiciones, ser un jugador mucho más completo. Pero bueno, es difícil saber lo que hubiese pasado”.
La carga horaria de sus responsabilidades “cuesta mucho”. Pero su energía y sus ganas le permiten cumplir en todos los planos. “Otros chicos que estudian han tenido que dejar el fútbol, yo la verdad es que lo tengo como prioridad hoy. Es que de todo lo que hago es lo que más felicidad me genera”, asegura.
Se define como una persona muy competitiva en todos los ámbitos en los que se mueve y tal vez ese sea uno de sus motores principales.
Pero también le encanta ser parte del grupo, “compartir, las charlas y juntadas con los chicos”. Siente que este año el grupo se ha unido de una manera muy sólida y que esa también ha sido otra clave para redondear la histórica campaña en el Interligas.
No es común en el vestuario encontrarse con compañeros que asistan a la Facultad. “No sé si es raro, sí pasa que a muchos chicos a veces les genera un poco de curiosidad y me preguntan cómo es eso de rendir, de las horas de cursadas, del estudio. Pero igual hay otros chicos que también estudian, algunos están con el Profesorado de Educación Física y alguna otra carrera”.
Hace pocas semanas le tocó viajar a Córdoba para participar de un importante Congreso de Ingeniería Civil, que fue una experiencia más que interesante para su formación como profesional.
Y en el Club hoy se adapta junto a todo el plantel al trabajo del nuevo DT, Gabriel Senzacqua. “Un cambio de entrenador siempre provoca un cambio de energía, un envión. Y no es porque Fatiga no estuviese bien, sino que es algo general que siempre pasa en el fútbol cuando llega un cambio en la conducción del plantel”.
Nuevos conceptos tácticos y técnicos que se suman, nuevos aires y desafíos.
“Me siento muy bien. Me dan toda la confianza mis compañeros y los entrenadores y eso me hace jugar convencido de lo que puedo dar”, remarca Joaquín, este delantero que mira y admira a Julián Alvarez, figura de la selección argentina y el Manchester City. Y en un plano más terrenal, el delantero del fútbol doméstico que más lo sorprende es el Patotero Daniel González.
A nosotros nos sorprende Joaquín. En la cancha y afuera, todo el tiempo.
