
Es tan activa y dinámica que le cuesta frenar. Se acostumbró a un ritmo de trabajo diario muy intenso que la jubilación no pudo cambiar. Graciela Garay es una mujer de hacer, y no de hacer por rutina o por obligación, sino de hacer con actitud y con compromiso.
Se convirtió en municipal en 1987, cuando asumió como intendente Juan Manuel García Blanco y comenzó a desempeñarse en la secretaría privada del nuevo jefe comunal.
Pero el grueso de su carrera lo cumplió en la Secretaría de Hacienda, primero en el área de Contaduría y luego en Rentas, un lugar que define como “mi lugar en el mundo”. Allí se sintió muy cómoda, a gusto, con dos “muy buenos jefes” como Marcelo Tuccio y Germán Aranzábal.
Trabajó en el Municipio durante 32 años. No extraña aquella etapa ya cerrada, aunque sí la recuerda con muchísimo cariño. “Por mi función tenía relación directa con los estudios contables, con las secretarias, y se hizo una relación muy linda, de muchos años, y esa parte social sí que la tengo guardada entre las mejores cosas”.
Se retiró hace unos tres años y después de la pandemia, cuando se reabrieron las actividades, se sumó al Centro de Jubilados y Pensionados Municipales de Olavarría.
Graciela es, ante todo, una luchadora. Y a la par de su trabajo como municipal, siempre tuvo una ocupación extra para reforzar sus ingresos. “A la tarde siempre trabajé también, primero en un consultorio oftalmológico y después en un estudio contable. Lo que pasa es que siempre fui muy activa y también necesitaba aumentar el ingreso porque crié sola a mi hija Micaela”.
En realidad no fue sola, aclara rápido. Para eso tuvo una ayuda clave e incondicional: la de su madre, Nelsa, una abuela siempre presente. Sin ella no hubiese podido hacer todo lo que hacía. “Ella siempre me cubrió en casa, me apoyó y me acompañó. Todavía hoy lo sigue haciendo”, cuenta con un tono de agradecimiento pleno.
Ya en la última etapa laboral activa, Graciela cargaba a sus compañeros y todo el tiempo les decía yo ahora ya me voy con los jubilados. Y así fue. Casi inmediatamente se sumó al Centro “porque ya los conocía mucho, especialmente a Coca (Prestipino) y Cristina (Neirotti)”.
También había tenido una excelente relación con el Sindicato de Trabajadores Municipales de Olavarría. “Estuve siempre cerca de los chicos, con un trato muy cordial con la comisión, fui delegada en mi sector, organizaba reuniones, hacía gestiones. Siempre hubo contacto fluido”.
Comprometida al máximo, es una pieza clave para el funcionamiento del Centro. “Si yo digo que voy a hacer algo, lo hago. Siempre lo entendí de esa manera, lo que hago lo hago con compromiso y con responsabilidad”.
Trabajó muchísimo, con una carga diaria de 10 u 11 horas entre sus tareas en el Palacio y sus tareas en el sector privado. Ese espíritu inquieto se mantiene. Hoy, a la par de sus funciones en el Centro de Jubilados, tiene un emprendimiento de ventas de vajilla y ollas de cerámica, y también realiza trámites y gestiones contables para algunos clientes que siguen solicitando sus servicios.
Para el Sindicato de Trabajadores Municipales de Olavarría es un orgullo poder contarla en nuestro equipo.
